La inclusión comienza con un cambio de actitud, señala la Directora del CRIT Michoacán

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de mil millones de personas en el mundo viven con alguna discapacidad, lo que equivale a aproximadamente el 16% de la población global. A pesar de esta cifra, las barreras más comunes no son físicas, sino sociales: prejuicios, estigmas y estructuras que limitan la participación plena en la comunidad, en el trabajo, en los espacios educativos y en la vida cultural y recreativa.

La inclusión va más allá de la infraestructura o de las adecuaciones técnicas. Requiere una transformación profunda en la manera de comprender la discapacidad, señaló Tatiana Cruz Lira, Directora del Centro de Rehabilitación e Inclusión Infantil Teletón (CRIT) Michoacán, quien destacó que la visión debe centrarse en la persona y no únicamente en el diagnóstico.

“La discapacidad es una condición de vida, no una enfermedad… En muchas ocasiones no es algo con lo que se nace; puede volverse más retadora cuando la sociedad coloca más obstáculos. El primero es la falta de empatía; el segundo, la discriminación”, explicó la Directora del CRIT Michoacán durante una charla en la Universidad Vasco de Quiroga (UVAQ). 

“Si como ciudadanos y como estudiantes cambiamos ese paradigma y buscamos el cómo sí incluir a una persona con discapacidad en el salón de clases, en el deporte o en cualquier actividad, construiremos una sociedad realmente incluyente”, explicó la Maestra Tatiana.

En México, instituciones educativas, organizaciones civiles y centros de rehabilitación coinciden en que la inclusión no recae únicamente en el Estado. Involucra a familias, docentes, estudiantes, empresas y a la ciudadanía en general, quienes desempeñan un papel clave en la eliminación de barreras sociales.

Tatiana Cruz enfatizó que el mayor desafío para avanzar hacia una sociedad incluyente se encuentra en las actitudes diarias, por ejemplo, al ser empáticos con las personas que tienen alguna discapacidad física o mental.

“El primer reto es la actitud. Muchas personas piensan que, al no vivir con una discapacidad, no tienen responsabilidad en la inclusión. Ese es un error de origen. Cambiar el paradigma y reconocer que todos podemos hacer algo desde el aula, el trabajo o la vida diaria resulta esencial para eliminar barreras y crear entornos donde todas las personas participen en igualdad de condiciones”, concluyó la Directora del CRIT.